Papa León XIV: Ante tus heridas del corazón, Jesús se detiene, escucha y sana

3 Junio 2025

Soltar el manto, recuperar la mirada: cuando Jesús se detiene por ti

El grito que interrumpe la rutina

En medio del ruido, de la multitud y del paso apresurado de los días, un grito. Uno solo. Desesperado, incómodo, fuera de protocolo: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”. Bartimeo, ciego, mendigo, ignorado, se atreve a romper la rutina con un grito que incomoda a los de alrededor… pero no a Cristo.

Este miércoles 11 de junio, el Papa León XIV retomó esta escena del Evangelio en su catequesis y nos recordó algo que, por obvio, muchas veces olvidamos: Jesús no ignora los gritos del corazón humano. Los escucha, los honra… y se detiene.

Cuando Dios se detiene, algo cambia

“Jesús se detuvo”. Así de simple, así de profundo. No lo empujaron. No lo obligaron. Se detuvo por decisión propia. Porque Dios no pasa de largo cuando alguien lo llama de verdad. Porque la fe, incluso a gritos, tiene poder para frenar al cielo.

El Papa lo dijo sin rodeos: no importa qué tan sucio esté tu pasado, qué tan largo haya sido tu abandono o qué tan desgastada esté tu voz. Si hay fe, aunque duela, Dios se detiene.

El abrigo que nos cubre... y también nos limita

Bartimeo, al oír su nombre, hace algo tan simbólico como brutal: suelta el manto. Ese trozo de tela, su único refugio contra el frío, su identidad de mendigo, su escudo en un mundo que lo mira con indiferencia. Lo deja atrás. Porque no se puede correr hacia la sanación cargando con lo que nos ata.

El manto puede ser muchas cosas: la rabia que nos protege del dolor, la indiferencia que disfraza el miedo, la falsa autosuficiencia que impide que reconozcamos que necesitamos ayuda. El Papa nos invitó a identificar nuestro “manto” y a soltarlo. Aunque duela. Aunque dé miedo. Porque solo los vacíos pueden ser llenados.

¿Qué quieres que haga por ti?

La pregunta de Jesús parece obvia. Pero no lo es. ¿Acaso el Hijo de Dios no sabía que Bartimeo era ciego? Claro que sí. Pero necesitaba escuchar de su boca el deseo. Porque la fe no es magia, es colaboración.

El Papa lo explicó con claridad: Dios no impone la sanación. La ofrece. Pero espera nuestra respuesta. Por eso, la pregunta de Jesús también va dirigida a nosotros hoy: ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Estás listo para decirlo con el corazón en carne viva?

Ver de nuevo… ¿o ver distinto?

Bartimeo pide ver. Pero la palabra original en griego, anablepein, no solo significa recuperar la vista. También implica “levantar la mirada”, recuperar la dignidad, volver a mirar hacia arriba, hacia los demás, hacia uno mismo con verdad.

Jesús no solo lo sana. Lo libera. Y luego le dice: “Tu fe te ha salvado”. No le exige que lo siga. Le devuelve la libertad. Y Bartimeo, ahora capaz de elegir, decide caminar detrás de Él. Porque la fe auténtica no obliga: enamora.

Reflexiones que duelen bonito

El Papa León XIV cerró con una imagen potente: “Muchos hoy siguen gritando desde la orilla del camino. Ignorados. Silenciados. Heridos. Pero Jesús sigue deteniéndose. Lo hizo entonces, y lo hace ahora”. ¿Y tú? ¿Sigues escondido bajo tu manto? ¿O estás listo para soltarlo y caminar con los ojos nuevos?

🙌 Para orar con este pasaje

“Señor, dame la valentía de gritar,
la humildad de soltar,
la verdad para pedir,
y la fe para seguir”.

Un momento de ternura entre el papa y un bebé   (@Vatican Media)